La Iglesia Católica Cubana criticó las "limitaciones" a la libertad imperantes en Cuba así como los intentos de "justificar" un sistema económico y social de "ineficacia demostrada" y reclamó al Gobierno cubano que se abandonen "las políticas contraproducentes" y que haya "menos restricciones a las libertades individuales y colectivas" en la isla con el fin de que ésta pueda desarrollarse en beneficio de sus ciudadanos y también del Estado.
Este es el mensaje que el Arzobispado de La Habana envía al Gobierno de Raúl Castro en el editorial del último número de su revista, 'Palabra Nueva', bajo el título "Sobre libertad y liberalizaciones" y que firma el portavoz del Arzobispado, Orlando Márquez. El arzobispo de La Habana, monseñor Jaime Ortega, ha estado mediando en los últimos meses con el presidente, Raúl Castro, lo que ha llevado al régimen a anunciar la liberación de los 52 presos políticos de la Primavera Negra todavía en prisión en un plazo máximo de cuatro meses.
En el editorial, se defiende que "la libertad no se construye, ni se enseña ni se concede; la libertad es un derecho y, por tanto, se ejerce". Este derecho, "plantea un reto colectivo: todos necesitamos ejercer ese derecho personal, pero debemos hacerlo respetando el mismo derecho en los demás".
Asimismo, tras preguntarse si "no es posible la convivencia de las diferencias", pasa a formular toda una serie de cuestiones que constituyen una "manifestación dolorosa del Estado paternalista". "¿Puede alguien demostrar que es malo que una persona tenga iniciativa empresarial y que otra prefiera ser asalariada? (...) ¿Cómo llamar 'propiedad' a una casa o un auto que no pueden ser vendidos o regalados por su dueño legítimo? ¿Cómo hacer razonar a un atleta que no puede ser contratado en el exterior después, digamos, de cumplir ciertos compromisos nacionales, pero su entrenador sí tiene ese derecho? ¿Cómo aceptar que un extranjero pueda invertir en mi país y yo no?".
"No hay razones capaces de explicar las limitaciones al ejercicio de la libertad humana, ni argumentos que den razón del exceso de enfermizos controles burocráticos; del mismo modo que no hay discurso ni ideología que pueda defender o justificar formulas económicas y sociales cuya ineficacia ha sido largamente demostrada e innecesariamente padecida", defiende el texto, publicado esta semana.
Así las cosas, considera que "la cuestión tampoco es reducir el dilema a 'capitalismo' y 'socialismo', trampa preferida de inmovilistas y fariseos de la política". "Pienso que debemos poner el foco de atención en lo que funciona y lo que no funciona, preservar los beneficios logrados en estos años y eliminar las políticas contraproducentes, trabajar en lo que dignifica al ciudadano, en lo que posibilita el desarrollo, al tiempo que protege al que esté en desventaja", defiende Márquez.
LOS CUBANOS DEBEN ANDAR SU "PROPIO SENDERO".
"Debemos atrevernos a andar nuestro propio sendero. Quizás baste con dar el primer paso para descubrir que no es tan espinoso el camino, que los controles excesivos crean más problemas de los que pretenden evitar. Es verdad que el primer paso suele ser el más difícil, pero parados en la encrucijada ya no es válido volver atrás, o detenerse, en plena globalización, a ver el flujo de vida que corre vertiginosamente ante nosotros", anima el artículo.
"Los cubanos aspiramos a más desarrollo y más oportunidades, y para un desarrollo integral se necesitan menos restricciones a las libertades individuales y colectivas", reclama el Arzobispado, que considera que "el beneficio es amplio: los ciudadanos quedamos liberados de controles excesivos para poder así adelantar proyectos personales que, a la postre, pueden ser beneficiosos para la sociedad; el Estado se liberaría de cargas económicas, burocráticas e ideológicas innecesarias que le drenan la yugular, los almacenes y hasta ciertos argumentos; y el país sería un espacio más agradable y armonioso para todos".
"Esa es la importancia de la libertad y las liberalizaciones", concluye el texto.
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