Redacción Mundo. Miércoles 14/07/2010
¿Cómo se recibió en Cuba la noticia de la excarcelación de presos políticos?
Pienso que el Gobierno cubano ha llegado a este punto no tanto por voluntad política como por sentirse contra las cuerdas. La presión internacional y la presión interna lo ha llevado a un punto en que si los dejaba más años en prisión perdía imagen, y al liberarlos también pierde el gobierno porque puede ser un impulso para los movimientos ciudadanos de la isla.
¿Pesó en esa decisión la muerte de Orlando Zapata y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas?
¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?
Su trayectoria. Yoani Sánchez nació en La Habana en 1975. Es filóloga y periodista. Combina su pasión por la informática con su blog Generación Y. Ha ganado premios, como el Ortega y Gasset.
Su punto de vista. Cree que el gobierno de Raúl Castro, al excarcelar los presos políticos, intenta bajar la presión social acumulada en la isla y mantenerse más tiempo en el poder.
La tensión comenzó a aumentar tras la muerte de Orlando Zapata, el 23 de febrero; los sucesos contra las Damas de Blanco durante las conmemoraciones de la Primavera Negra, en marzo, también fueron determinantes, y la larga huelga de hambre de Guillermo Fariñas creo que fue el puntillazo final. Fariñas es uno de los protagonistas más importantes de estas liberaciones, aunque se intente llevar el mérito a figuras como el ministro de Exteriores de España, Miguel Ángel Moratinos. Esta ha sido una batalla desde abajo. De todas maneras, la opinión pública internacional jugó un papel importante.
¿No cree que la mediación de la Iglesia católica fue clave en las excarcelaciones?
La Iglesia católica ha servido de puente entre la concesión que ha tenido que hacer el gobierno y los deseos de los grupos de oposición, de ciudadanos de obtener esas liberaciones.
¿Qué significado tiene para usted la excarcelación de 52 presos políticos?
Creo que el Gobierno tiene la intención de bajar la presión acumulada, de mantenerse más tiempo en el poder, y cree que con estas excarcelaciones se va a aligerar la carga de frustración y de inconformidad. Pero esto va a envalentonar y hacer ganar espacios a movimientos ciudadanos; este es un primer paso, aunque tímido. Estamos exigiendo un compromiso público del gobierno de Raúl Castro de que desmantele el aparato represivo contra los que pensamos diferente. Hay que despenalizar la discrepancia política, dar un marco de respeto a la opinión.
¿Cuál es el siguiente paso?
Es la liberación del resto de presos políticos, porque según organismos internacionales, hay 167 presos con esa condición. Ahora se ha planteado la excarcelación de 52. Después, quitarle al código penal cubano las draconianas normas que estigmatizan a la libre asociación, que marcan como propaganda enemiga cualquier intento de difundir información paralela o crítica al Gobierno; abrir el registro de asociaciones y sobre todo permitir el libre flujo de información.
¿Por qué cree que la excarcelación de presos políticos es para bajar las tensiones?
Porque cuando no hay resultados económicos que mostrar ni logros políticos y la popularidad de Raúl Castro está en su punto más bajo, lo único que hay para mostrar son las excarcelaciones, son como golpes de efecto que pretenden calmar la situación.
¿Se puede pensar en Cuba en un sistema de partidos o elecciones democráticas?
Eso no depende del Gobierno, sino de cuanto logremos presionar en esa dirección y me reconforta saber que cada vez hay más gente empujando el muro hacia la pluralidad, hacia la aceptación de las diferencias, hacia la creación de partidos políticos.
¿Hay unidad de agenda en las organizaciones sociales y políticas para presionar por los cambios en Cuba?
La liberación de los presos políticos es quizá el primero de los puntos en las agendas sociales, cívicas y políticas de la isla; quizá hay algunas diferencias en cuanto a factores externos como el bloqueo, la ‘posición común’ europea. Pero más que la conformación formal de una entidad que aglutine a todos, pienso que para enfrentar un sistema monolítico, la atomización es mejor que la unidad en torno a un líder o a determinados objetivos.
¿Su lucha como periodista, cómo ha incidido en la actual situación en Cuba?
De un tiempo a esta parte he notado que ha habido un cambio importante en la realidad cubana, como el acceso a la información a través de redes alternativas, de artículos redactados por periodistas independientes, a través de un montón de elementos tecnológicos que han venido a proveer de noticias y el fenómeno ‘blogger’ se inscribe en ese punto, cada día somos más. Comencé en el 2007 prácticamente en solitario y ahora hay más de 50 voces en la isla narrando la cotidianidad de manera crítica.
¿Qué dificultades o limitaciones tiene el trabajo en la Internet en Cuba?
En Cuba vivimos un medioevo comunicativo y tecnológico, lo que pasa es que los cubanos somos muy creativos con todo aquello que está racionado, prohibido, controlado, y eso ha ocurrido con la Internet. Son muy pocos los cubanos que tienen acceso a la red de redes, se calcula que un 10% de la población tiene un acceso no frecuente ni diario, sino espaciado. De todas maneras, con una persona que se logre conectar a la Internet en Cuba se puede estar informando a 50 ó 100, porque copiamos en ‘memory flash’, distribuimos copias en CD, nos contamos las noticias por teléfono, o sea hay un mercado negro de información que funciona eficientemente.
El líder histórico Fidel Castro reapareció cuando se anunció la excarcelación de presos políticos ¿Cree que fue una coincidencia o un cálculo político?
Si era cálculo político, que es lo más posible, puedo decir que no logró el efecto esperado, prácticamente acá nadie habla de su reaparición. Fidel Castro -para rememorar un viejo bolero- ha entrado al pasado de nuestras vidas, de manera que su reaparición es como una vieja y amarillenta fotografía que se cae del cajón de los recuerdos y se ve ese rostro otra vez. No hay un efecto en la población, no hay una esperanza, no hay un sentimiento de que él está aquí y ahora sí se va a solucionar todo, nada de eso. Creo que se trata de una maniobra para desviar la atención, que está centrada en los problemas cotidianos, en el colapso económico, en las liberaciones de los presos en estos días.
¿Algún mensaje que usted daría al mundo?
Diría que los cubanos estamos dando unos pasos muy tímidos todavía, muy frágiles, con muchísima incertidumbre en un largo camino que va hacia la apertura y la democratización de la isla, pero es un camino preñado de peligro, el peligro del caudillismo, del autoritarismo, de la testarudez de nuestros gobernantes.
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