REDEFINICIONES EN LA SOCIEDAD CIVIL
Francisco Chaviano González.
Jaimanitas, La Habana.
Es justo sumarle también la gestión mediadora de la Iglesia Católica, y hasta la correspondencia inusitada de nuestros gobernantes, quienes aceptaron un diálogo intermedio y luego cedieron para beneficio del país.
Ante la enseñanza que nos dejó esta victoria de la sociedad civil, que obsequió al Arzobispado un protagónico excepcional, se exige el reto de redefinir nuestro discurso para adecuarlo a las nuevas circunstancias. Es hora de cambios, tanto de acción como de pensamiento. El daño que causa la división actual de la disidencia, impuesta desde sus cimientos por el gobierno para fraccionarnos, fomentada luego por los débiles y los viles, es un llamado a ponerle fin para quien se sienta patriota y nos obliga a acercarnos de una vez si queremos volver a triunfar en las próximas batallas.
La convergencia de las diferentes corrientes de opinión es el único paso que puede salvarnos. No es momento para liberales, ni sociales demócratas, ni demócratas cristianos, sino el de la sociedad civil junta e independiente que Cuba necesita. Hoy es indispensable echar a un lado los rencores, los afanes de protagonismos, el compadreo, porque la Patria está primero que nuestros proyectos personales, pues estos fracasarían de no lograrse aquella.
Si nos juntáramos, el mundo nos respetaría y el régimen no nos podría relegar. Hoy en caso de que el gobierno se decidiera a conversar con la oposición, no encontraría un legítimo interlocutor. Allá Jorge Mas Santos, Orlando Gutiérrez, Ángel de Fana o Silvia Iriondo, por citar algunos líderes destacados, no cuentan con el apoyo de otros grupos y por tanto no están investidos para representar al exilio. Acá nos pasa lo mismo: Payá solo representa a su grupo, lo mismo Palacios, Martha Beatriz, o cualquier otro. Ni siquiera Gómez Manzano que fue electo portavoz por numerosos partidos de ideología diferentes y por 12 provincias sería un representante genuino, porque Agenda para la Transición Cubana no supera el 50% de la oposición y para esto es menester contar con más del 75%.
En Cuba necesitamos el reencuentro de todos. No se trata de una reunión de cientos de personas con igualitarismo irracional, como ocurrió en Concilio Cubano o la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, sin desdeñar a las mismas que tuvieron un rol importante en su momento. Necesitamos un instrumento que agrupe a todos sin exclusión, en calidad de iguales, pero con respeto del nivel alcanzado, y que sea funcional y operativo.
No puede ser un únanse a mi proyecto, sino unámonos en el proyecto de todos. La única estructura que cumple con tales requisitos es la parlamentaria sin lugar a dudas. Es necesario entonces crear el Parlamento de la Sociedad Civil Independiente. Para que tenga operatividad debe estructurarse mediante juntas autónomas de representantes en los niveles municipal, provincial y nacional. El mandato estaría en los plenarios correspondientes cuyos acuerdos quedarían a ejecutar por una Secretaría Pro Tempore. Se debe agregar además una presidencia colegiada, integrada por los principales líderes del nivel quienes discutirían las propuestas presentadas para someter al plenario. Pudiera también considerase la elección de un presidente de sesión cuya función es la de moderar. Ya existe una entidad muy parecida, Agenda para la Transición Cubana, por lo que creo se debe partir de la misma y hacerle cuantos cambios acordemos.
El exilio también necesita una cosa similar para adquirir la representatividad necesaria, luego trabajaríamos en forma bicameral, se eliminaría todo tipo de desatino y el mundo entero nos reconocería. Lograrlo sería la victoria. Lo contrario, los intentos pro bloque de alineación personal fuera de estos principios, no sería otra cosa que arar en el mar.
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